Página 2 PROVINCIA DE MARES

Noticias a la carta CRV

sábado, 13 de febrero de 2010

Breve descripción de la provincia de Soto

Nota- Este documental fue tomado de los archivos del sitio http://www.lablaa.org/ y conserva la ortografía de la época (Biblioteca Luís Ángel Arango)
PROVINCIA DE SOTO
SITUACION, EXTENSION Y POBLACION
En el Mapa gris de arriba a la derecha vemos América del Sur y en rojo la ubicación de Colombia.
En el Mapa amarillo es Colombia y en rojo el departamento de Santander.  La provincia de Soto esta localizada al Nororiente (derecha) del Mapa Amarillo.
Provincia de Soto se llamó la que en 1850 erigió el Congreso en honor y recuerdo del ilustre granadino Francisco Soto, compuesta de la antigua de Jirón y una parte de la de Pamplona. Desde los tiempos de la conquista fue afamado su territorio por las ricas mantas de oro, de aluvión, que contiene la llanura donde están las principales poblaciones; en la historia moderna figura como teatro de la cruenta derrota que sufrieron las tropas republicanas el año de 1816 en Cachirí. Doce años después el Libertador Bolívar estableció su cuartel general en Bucaramanga, durante las sesiones de la frustrada Convención de Ocaña.

Piedecuesta, ciudad de 4.000 almas, fundada en 1774 al abrigo de la mesa de Jerira, es la capital de la provincia, la cual se halla entre los 60 30’, 70 35’ latitud Norte, y 00 13’ 50”, y 10 longitud oriental del meridiano de Bogotá. Su territorio es de figura irregular, más largo que ancho, midiendo el contorno 87 leguas granadinas por distancias directas. El máximo en largo, de N. a S. desde el cerro de las Jurisdicciones hasta el punto llamado Sube en el río Chicamocha o Sogamoso, es de 23 leguas; la anchura máxima 22 leguas E.O., desde el páramo de las Puentes hasta el río Magdalena; en su parte más angosta mide 5 leguas.
Contiene altos páramos, de ellos la mayor parte con

JEOGRAFÍA FÍSICA Y POLÍTICA DE LAS PROVINCIAS DE LA NUEVA GRANADA
explanadas hacia el Oriente, y escarpes rápidos a la opuesta anda, poblados muchos y algunos sin moradores; contiene también valles de todas dimensiones, altas planicies propias para cría de ganados, señalándose la extensa mesa de Jerira; cerros cubiertos de bosque, otros con praderías naturales, y varios sin vegetación alguna; finalmente, lanuras dilatadas que terminan sobre la ribera derecha del agdalena, pero aún desiertas y oscurecidas por selvas enmarañadas. Todas estas secciones reunidas miden 249 leguas cuadradas, de las cuales 113 inocupadas y baldías.
La población ascendió en 1851 a 54.758 habitantes; por manera que tocan 220 a cada legua cuadrada, tomando el total de ellas, o 402.6 tomando solamente las ocupadas y
pobladas.
En una tabla especial puesta al fin, se manifiestan las diferentes calidades de terrenos que contiene la provincia, poblados y despoblados, y la magnitud de cada sección de aquéllas.
LIMITES
Confina esta provincia con las de Ocaña, Santander, Pamplona y Socorro inmediatamente, y por medio del Magdalena, con las de Córdova, y Mompós en pequeña parte.
Tomando por punto de partida la boca del caño Chocó, en el Magdalena, extremo N. de la provincia, sus límites siguen al Naciente por aquel caño, y al través de selvas desconocidas, hasta encontrar el río Lebrija, cuyo curso, aguas arriba, los continúa para el S. llegando a la boca de las Montañitas; aquí recupera la línea su rumbo al Oriente, pasa por las cumbres del Tigre y de las Jurisdicciones, sigue la depresión de la serranía, y después sube a lo alto del páramo de Guerrero, donde concluyen los límites con Ocaña, midiéndose 12 leguas por distancias directas. Desde el mencionado páramo comienza la línea divisoria con Santander dirigiéndose al 5., y enlazando las cumbres de los páramos Picacho del Fraile, Bagueche, Cachirí y Sumalina, entre el cual y el de Picacho termina la demarcación de Santander, con 7 leguas de trayecto. Sigue la línea de Pamplona para el S.E. cortando las cimas de los páramos Picacho, Picacho-de-angostura y los Puentes, que se une al de Santurbán, por cuya explanada continúa, rumbo S.O., hasta la Calavera, y de allí al E. salvando una colina, llega a la confluencia de los ríos Vallegrande y Agua-clara, toma para el 5. las aguas de este río que riegan el páramo, y al encontrar el camino de Guaca, las deja para seguirlo al 5.

Esta es una gráfica de Bucaramanga tomada  en 2010
muestra parte del  sur-occidente de la Meseta de la ciudad
Foto: bersoa comunicaciones
E. hasta enfrentar los cerros Cruz de piedra; en fila estos cerros con el alto del Azogue hacia S.S.O., tuerce de allí casi al Poniente buscando la extremidad N. del páramo de las Ollas, cuyas crestas siguen en la dirección 5. a caer sobre el Alto del Santuario, y después por el curso de la quebrada Macanas, al río Suaque; lo atraviesa y toma el alto de Babilonia, continuando por la quebrada que de él sale, hasta donde llaman las Quebradas, por la unión de tres, cuyo cauce común sirve de línea, que llega al Alto de Aguablanca; córtalo la línea en demanda del paraje en que la quebrada Honda vierte al río Guaca; sigue por esta quebrada buscando su origen en Peña-blanca, de donde tuerce al 5. 5.

Panorámica  del centro de Bucaramanga
Foto: Alcaldía de Bucaramanga
0. y termina sobre la ribera derecha del Chicamocha en el punto que llaman Chicacuta, cerrando el lindero de Pamplona con 29 leguas de frontera. En Chicacuta empiezan los límites comunes a Soto y el Socorro; márcalos el río Chicamocha en la dirección general del N. . y S.S.O. hasta su confluencia con el Sarabita (Suárez), los cuales confundidos toman el nombre de Sogamoso y el oficio de línea divisoria, llevándola hasta desembocar en el Magdalena, y completando las 28 leguas que miden los límites de las dos mencionadas provincias. El río Magdalena, por espacio de 3 leguas que se cuentan de la boca del Sogamoso a las cercanías de Bohórquez, separa la provincia de Soto de la de Córdova, en la antigua Antioquia. Finalmente, el mismo río, aguas abajo, hasta la boca del caño Chocó frente a Paturía, señala las 8 leguas de lindero con Mompós.
Por tanto, el perímetro de la provincia de Soto, mide 87 leguas granadinas por distancias directas, despreciando las pequeñas sinuosidades de las serranías, riachuelos y quebradas.
MONTAÑAS, SUS RAMIFICACIONES Y ALTURAS

Las cumbres perpetuamente nevadas de Chita o el Cocuy, forman el eje de la cordillera oriental de los Andes granadinos, desde el cual se divide en varios ramales gigantescos. Uno de ellos sigue al N. levantando en páramos que se cubren de nieve temporalmente, pero la pierden luego por ser más bajos que el nivel de los hielos eternos: son los páramos de Carcasí o Serbitá, enlazados  con el del Almorzadero, que mide 4.000 metros de altura sobre el mar. En aquel punto la mole principal tuerce al Occidente y denota su presencia en la Mesa Colorada, casi siempre vestida de nieve que se agrupa en derredor de un agudo picacho; sigue a formar el Alto del Azogue, el explanado páramo de Guaca, y el peñascoso de las Ollas, empatado con el de Rio-frío, cuyas cumbres se doblan hacia el N.E. enlazándose con los páramos Tona y Santurbán, el cual encorva sus grandes masas para el Poniente y se junta con las cimas casi heladas de las Puentes. De ahí en adelante recupera el ramal su dirección al N., y con varias ondulaciones bien marcadas forma los páramos Picacho-deangostura, Lagunas, Picacho, Sumalina, Cachirí, Bagueche, Cruz-del-fraile y Guerrero, donde se deprime y toma de repente la dirección del O. constituyendo la serranía de las Jurisdicciones, al cabo de la cual vuelve al N. se dirige sobre Ocaña y continúa para el Valle-Dupar. Tales son las infléxiones y accidentes de este gran ramal, cuyos accesorios establecen las montañas de la provincia de Soto.

Principian en el páramo de las Ollas, a 3.710 metros sobre el nivel del mar. De allí se desprende hacia el S.S.O. un largo y escarpado estribo que después del Alto del Santuario, se abate a la proporción de cerros, ora cubiertos de pastos, ora estériles hasta concluir sobre el río Chicamocha, cerca de Cepitá, con 600 metros de altura respecto del mar. Casi paralelo a éste, corre otro estribo a unirse con la Mesa de Jerira, escarpada por todas partes y con 1.712 metros de altura, separando las hoyas de los ríos Manco y del Oro.

A la parte N.O. de dicha Mesa, entre San Javier y las cabeceras de la quebrada Chocó, se juntan los cerros de este nombre, origen de dos estribos que parten al N., el más corto hasta la serranía de La-Paz, y el más largo hasta el caño del Chocó, tributario del Magdalena, pasando al Occidente de Jirón; bien que geográficamente considerados, son estribos que arroja la serranía de Lloriquies, rota en la provincia del Socorro por el descenso de la enorme cantidad de agua que, al romper sus diques el lago de Fúquene, se
precipitaron siguiendo el cauce del río Sarabita, o Suárez, como lo llamaron los conquistadores. Otro tanto, y por la misma. causa, le sucedió a la serranía de La-Paz, que viene de aquella provincia, y quedó partida por el Sogamoso, dejando un fragmento sobre el territorio de Soto, donde mide 1.300 metros de altura, siendo sus apéndices los cerros de Chocoá con 1.340 metros de elevación, y los que se desprenden del macizo llamado Cacique, a 1.286 metros de altura, y van a terminar sobre la quebrada Payoá, en la ribera derecha del Sogamoso.

Tornando al cúmulo de alturas que al Oriente de  Bucaramanga forma el ramal principal de la cordillera, relevándose en los páramos anteriores y posteriores al de Río-frío, se notan al N.E. los vértices de varios estribos soterrados bajo una llanura que debió contener un lago considerable desaguado por los cauces del Cáraba y el Chitagá, los cuales rompieron al través todas las serranías medianeras entre el antiguo asiento del lago y las llanuras de Apure y Arauca. Para el 5. y el E. parten cuatro estribos, cuyo final descansa en los valles diluvianos de Piedecuesta y Bucaramanga, elevados 1.000 metros sobre el nivel del mar. Las cumbres encadenadas del páramo Tona, al Oriente, y un estribo del Páramo Rico, al Occidente del río Tona, encierran su hoya, concluyendo dicho estribo al confluir este río con el Suratá. Del mismo Páramo Rico, se desprende el estribo que separa el riachuelo Charta del Suratá, con el cual confunde sus aguas al finalizar la barrera de sepación.

De los páramos Santurbán (3.700 metros), Puentes (3.477 metros), Picacho de Angostura (4.500 metros) y Lagunas (4.400 metros) se desprenden unos estribos cortos y muy escarpados que separan las hoyas angostas de los ríos Vetas, Borrero, Baja, Suratá y Pedroalonso.

Al extremo N.O. del páramo Lagunas arranca un estribo que forma el paramillo Botijas (2.720 m.) en la dirección del Poniente, y a poco trecho se bifurca, tirando para el 5., el brazo principal hasta llegar a Bucaramanga, no sin haber soltado un apéndice frente a Suratá, para separar las hoyas de los ríos Sulamagueta y Negro, terminando en estrella sobre la ribera derecha del Lebrija. El otro brazo toma para el O. hacia Palode Cuento, y torciendo al S.0. concluye sobre el Lebrija, después de haber separado las hoyas del Silgará, Sulamagueta y Pescado.

Del páramo Cachirí (4.220 m.) salen siete breves y ásperos estribos cubiertos de roblares y gramíneas, finalizando en la ribera izquierda del río Escatalá, y del extremo de este páramo, donde comienza el de Bagueche, viene hacia el Poniente un estribo grande que mide 3.985 m. de altura sobre el mar, y se parte más adelante en dos brazos dirigidos al 5.: el uno divide las hoyas de los ríos Escatalá y Pescado en sus orígenes, y concluye de repente en el cerro de Santa Bárbara; el otro se interpone entre los ríos Pescado y Lebrija, y costeando a éste, concluye cerca de la boca de aquél.

De los páramos Bagueche en su extremidad N., Cruzdel-fraile y Guerrero, y de la banda meridional de la serranía de las Jurisdicciones, se desprenden varios estribos, bastante irregulares, cuyas bases aproximadas constituyen los cauces de los turbulentos ríos Carrera y Cáchira, que unidos bajo el nombre de Tigre, tributan al Lebrija.

RIOS, SU ORIGEN Y CURSO

El Lebrija, por su largo curso y el caudal que lleva, ocupa el primer lugar entre los ríos de esta provincia. Tiene su nacimiento, a 3.050 metros de altura en la mesa de Juan Rodríguez, al N. O. de Piedecuesta; pasa por los arrabales de esta ciudad, y recibe el río del Hato, que viene de la misma serranía y comienza en las filtraciones de la laguna Encantada, puesta en la cumbre; sigue, y al aproximarse a Jirón, le tributa el Río-frío, proveniente del páramo así llamado; y algo más de dos leguas adelante, distancia directa, se le une el Suratá, compuesto de los ríos Tona y Charta, que nacen en el páramo Rico, Vetas, que desciende del de Santurbán, Borrero, que se forma en el de las Puentes, y Baja, Suratá, y Peralonso, nacidos en Lagunas y Botijas; a poco más de legua y media le afluye el río Negro, que tiene sus fuentes en los cerros de Suratá, y cuatro leguas después el Salamagueta, enriquecido por el Silgará, viniendo entrámbos del paramillo de Botijas; corre dos leguas adelante, y recoge las aguas que le traen los ríos Cachirí, Escatalá y Pescado, que bajan del páramo de Cachirí, y del estribo de éste al encorvarse en las cumbres del Pescado, y pagan unidos su tributo en Cáchira; continúa su curso por dos y media leguas, y en su ribera izquierda se halla el puerto de Botijas, principio de la navegación hasta el Magdalena, saliendo al brazo oriental de este río cerca de Corredor, pueblo perteneciente a Ocaña; pero esta navegación no es todavía franca, pues a las dos leguas y media de curso se encuentran los raudales Cruces, Carrasquito, Balso y Colorado, pobres de agua en el verano y peligrosos en el invierno, los cuales ocupan un espacio de tres leguas del cauce; siguen otras dos y media leguas de  río franco hasta la boca del Tigre, afluente que le trae las aguas reunidas del Carrera y el Cáchira, y de la gran quebrada del Tigre, originadas en los páramos Bagueche,  Cruz-del-fraile y Guerrero, y en las serranías de las jurisdicciones y del Tigre; después hay siete leguas de curso desembarazado hasta la boca del caño Chocó, donde  termina el territorio de Soto y comienza el de Ocaña, midiendo el río 27 leguas en distancia directa, y de curso 41, de las cuales 13 navegables. Lo restante del Lebrija para llegar al Magdalena, comprende 12 leguas en distancia directa, y 18 de curso navegable, recibiendo el tributo del San Alberto y de muchos caños procedentes de las selvas  planas paralelas al Magdalena, y eventualmente los derrames de varias ciénagas extensas puestas sobre ambas  riberas. En saliendo al Magdalena, con cuatro leguas de excelente navegación, se alcanza el Puerto-nacional de Ocaña, situado en el brazo de aquel río que rodea por el Oriente la grande isla de Morales.

Vierten al Lebrija las aguas que en una superficie de 150 leguas granadinas cuadradas recogen los ríos tributarios ya mencionados; bien que el caudal que debería llevar, atendiendo a lo copioso de los aguaceros que en los páramos y regiones montuosas caen anualmente, se disminuye por la evaporación rápida y las filtraciones multiplicadas en terrenos quebrados donde abundan las formaciones calizas. Al principio corre este río despeñado hasta el Valle de Piedecuesta, y más adelante sigue oprimido entre serranías de escarpadas bases, yendo alborotado y bastante rápido mientras llega al puerto de Botijas; de este lugar a la desembocadura del Tigre va todavía estrechado entre serranías; del Tigre al Magdalena es manso y reposado. Para bajarlo en un bongo con carga, se gastan cuatro días por lo menos, y para subirlo el doble, sufriendo los inconvenientes de un clima insalubre, que se continúa en el trayecto, por tierra, desde Botijas hasta Salamagueta, en que las recuas emplean dos días.

En el orden de importancia tiene el segundo lugar el río  Sogamoso, (grafica) que nace en la provincia de Tunja, atraviesa con varios nombres las de Tundama y Pamplona, y al llegar a Chicacuta entra en territorio de Soto, llamándose Chicamocha. Pasada una legua recibe el Guaca, proveniente del páramo así denominado en la provincia de Pamplona; más abajo de Cepitá le caen muy cerca uno de otro los ríos Ompalá y Manco, viniendo aquél del Alto del Azogue, y éste del páramo de las Ollas, y sigue casi al Poniente a confundirse con el Sarabita (Suárez) desde donde cambia la dirección al N. N. E. y N. N. O. y también el nombre, recuperando el primitivo de Sogamoso, recoge las aguas del Chucurí, que viene de la provincia del Socorro, y tuerce para el N. a formar el puerto de Sogamoso,  frecuentado por los comerciantes de Jirón; llegado al puerto, quiebra al N. O. y entra en la rotura de la serranía de La Paz, cuyos escarpes lo comprimen y hacen correr velozmente, sobre todo en los pasos Volcán, Botón y Raicero, insuperables cuando hay crecientes, y peligrosos al disminuir las aguas, pues quedan al descubierto muchas rocas difíciles de evitar, contra las cuales han fracasado con frecuencia las embarcaciones al echarlas río abajo.

Después de la angostura mencionada vuelve hacia el N. tranquilo y sin obstáculos hasta Pedrales, recibiendo en el tránsito el río Sucio que nace al pie de la serranía del Cacique, y el riachuelo Payoá de origen inmediato; de la aldea y puerto de Pedrales se dirige al Poniente y desemboca libremente en el Magdalena, en cuya margen derecha se halla la bodega Corredor, donde los vapores dejan los cargamentos destinados al Socorro y Soto. Así, pues, el Sogamoso facilita un canal navegable por espacio de 15 leguas. El Magdalena ciñe el territorio de Soto, desde la confluencia del Sogamoso hasta el caño Chocó, presentando un trozo de 13½ leguas de amplia y segura navegación.

Por último al 5. E. de la mesa de Juan Rodríguez y Alto del Azogue, están las cabeceras de los ríos Valle-grande y Agua-clara que forman el Cáraba, cuyas aguas vierten a los llanos de Apure, reunidas en el cauce del Chitagá, completando el número de 20 ríos, que con más de 100 grandes quebradas conocidas, riegan esta provincia.

LAGUNAS Y CIENAGAS

Cerca de la mesa de Juan Rodríguez, entre ella y el páramo Río-frío, está la laguna Encantada, rodeada de fangales y sumideros peligrosos. Al entrar en el páramo de Santurbán se ve una laguneta casi continuamente agitada por los fuertes remolinos de viento que allí se hacen.

El río de la Baja nace de una laguna situada sobre el páramo así llamado; y en la depresión del cerro de Móngora, entre los asientos mineros de Baja y Vetas, se halla otra laguna bella y solitaria.

Finalmente, al extremo N. O. de la mesa de Jerira, reposa la llamada Laguna del Monte, objeto de mil fábulas con que se pretende probar que está encantada.

ISLAS

Frente a la bodega de Corredor y arrimada a la margen  derecha del Magdalena, está una isla, otra junto al caño San Juan, y otra próxima al del Chocó, dentro del mismo río y contiguas al territorio de Soto, por lo cual deben pertenecerle, aunque nada valen, pues las inundan las crecientes. Estas islas, con algunos islotes, o firmales, insignificantes y variables, ocuparán poco más o menos, una legua cuadrada de extensión.

ASPECTO DEL PAIS

Tanto por la constitución física del país, como por el estado de cultura y ocupación en que hoy se encuentra, puede considerarse dividido en tres grandes secciones: La primera se compone de anchas mesas, elevadas planicies y valles fértiles, asiento de la industria y población de esta provincia.

La segunda, de multiplicadas serranías desprendidas del riñón principal de los Andes de Pamplona, que son los orientales de la Nueva Granada, terminando en la hoya del Lebrija; sección habitada y explorada del centro a las encumbradas cimas del E., desconocida y baldía desde el centro hacia el Occidente hasta las riberas del mencionado Lebrija.

Y la tercera, que comprende el espacio encerrado entre el Sogamoso y el Magdalena, por una parte, y el largo Lebrija, por la otra, lleno de cerros, llanuras, selvas vírgenes y pantanos que permanecen en la soledad de la creación primitiva.

Comienza la primera sección en el extremo 5. de la bella mesa de Jerira, cuya elevación sobre el nivel del mar es de 1.294 a 1.712 metros, midiendo 12 leguas granadinas cuadradas. Termina por paredones verticales calzados al pie con amontonadas ruinas de cerros que al desprenderse de lo alto dejaron desnudos los estratos de caliza y arenisca, que desde el borde hasta la base de la mesa ofrecen 30 metros de capas sucesivas continuadas todavía debajo de la tierra; siglos tras siglos han debido transcurrir para consolidar en el seno de las aguas estos sedimentos poderosos que oprimen la formación carbonífera subyacente. El aislamiento de esta mesa, rodeada por ríos encajonados en cortaduras profundas, y su correspondencia con las explanadas que desde Aratoca y Butaregua se extienden hacia Barichara y Curití, exactamente homogéneas, demuestra que ha sido cortada y separada de los terrenos adyacentes por corrientes de agua impetuosas y grandes. Tales fueron, en efecto, las que bajaron de los antiguos lagos de Tunja, Paipa y Sogamoso por el cauce del Chicamocha, y de Ubaté, Chiquinquirá, Samacá y Leyva, por el del Sarabita, trayendo el primero desde 2.800 metros de altura, un volumen de aguas que por la extensión de las planicies que desocuparon, se calcula en 20 leguas cuadradas de superficie, y más de 100 metros de profundidad; y acarreando el segundo, desde 2.600 metros de altura, otra masa de aguas desprendidas de sus recipientes, que colmaron por espacio de 27 leguas cuadradas con 130 metros de profundidad. Las riberas de uno y otro río atestiguan con las ruinas de las serranías que trastornaron y desmoronaron, los estragos de aquella
violenta inundación. El Chicamocha, cercenó por el 5. la mesa de Jerira, y al j untarse con el Sarabita y dirigirse al N. la cercenó también por el Occidente, segregándola de las vecinas explanadas con las cuales hacía en otro tiempo un solo cuerpo, según lo manifiestan los estratos fronterizos a un mismo nilvel, y la naturaleza idéntica de las tierras que los cubren. La altura de la mesa y la circunstancia de bañarla los vientos frescos del N. E., producidos de las cumbres de Juan Rodríguez, distantes 5 leguas en línea recta, y descendiendo por entre los estribos paralelos que forman las hoyas de los ríos Manco, Oro y Hato, determinan en aquélla un temperamento sano y delicioso, y alejan la molesta persistencia de los aguaceros que durante el invierno caen sobre las llanuras inferiores. Antes de la conquista era el lugar preferido por Guanentá para residencia de su corte, llevado de la bondad del clima. “Danse con facilidad las semillas y frutas de Castilla” dice Piedrahita, “y se produjeran con abundancia las viñas, si los que habitan en Jerira se aplicaran a tenerlas”. 
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La Mesa de Juan Rodríguez, que se ve al N. E., tiene a su espalda una hermosa llanada de 8 leguas cuadradas, ceñida en óvalo por los páramos Tona, Riofrio y Ollas, y las alturas del Azogue y Cruz-de-piedra. Las depresiones llamadas Hoyas de Palencia, Parra y Coyagua, semejan ensenadas que en tiempos remotos fueron ocupadas por aguas tranquilas, a 3.600 metros sobre el nivel del mar, y la inclinación general del llano hacia el Boquerón por donde corre para el Oriente el Cáraba, sugiere la idea de que allí existió un lago de esos tan frecuentes en la cima de los Andes, el cual se dilataba entre los páramos de Guaca y Santurbán, pertenecientes a la provincia de Pamplona, si se ha de juzgar por los extensos llanos de acarreo que se  desarrollan al E. visibles en días serenos desde el alto de la Calavera, lo mismo que el lugar probable del desagíle. El contraste que hacen la explanada de las Hoyas y la Mesa de Jerira es completo; en aquélla corren dos ríos bien nutridos; en ésta solo hay escasas quebradas; la primera siempre verde; la segunda frecuentemente desprovista de yerba; allá son continuos los aguaceros y las nieblas; acá bien raros; en la explanada el frío de los páramos es intenso; en la mesa reina un temperamento uniforme y templado; baten la una vientos borrascosos; por la otra se deslizan aires suaves y agradables. Sin embargo, entrambas se hallan habitadas y sustentan lucidos ganados.